domingo, 24 de enero de 2010

viernes, 22 de enero de 2010

La secuencia perfecta


Recuerdo una salida con mi segundo novio a un bar. Íbamos ya rumbo a mi casa cuando mi vejiga comenzó a dar de sí, y como el camino era largo se detuvo en una cantina de mala muerte. Pero cuando salí él ya no estaba allí, sino dentro de una patrulla. Lo detuvieron por orinar en la vía pública. En aquel entonces era una ñoña y cualquier acceso de rebeldía frente a mi madre podría traer consecuencias. Aunque ahora que lo pienso me aterraba el hecho de dar explicaciones, así que decía una sarta de mentiras con tal de salir del paso. Esa noche no fue la excepción: “sigo en la fiesta”, “al rato voy”.

Aquel novio se fue en la patrulla, me veía apenado desde el vidrio de atrás y yo me quedé varada y emputada. Los de la cantina de mala muerte se dieron cuenta y me ofrecieron llevarme. Acepté. En aquel entonces no se oía hablar de feminicidios. Así que me subí con dos patanes que no dejaban de reírse y soltar cuanta barrabasada podían. Llegué sana y salva y sólo obtuve el clásico “por qué tan tarde”, de mi madre.

Así tengo muchas anécdotas. Hoy sucedió algo que ni en escena de película hubiera sido tan perfectamente coordinado. Bajo del taxi, oigo un plop, pero no le hago caso porque pienso que no fui yo o que quizá se cayó mi crema para la boca. Una de mis acompañantes me dice que sonó a celular; busco entre mi bolsa y no lo encuentro. Un microbús se para justo en la esquina donde nos dejaron, el chofer dice: “ahí está”. Mi celular yace bajo las aguas espesas de la coladera. Un hombre vestido de blanco y con los brazos repletos de chinitos de la suerte me dice que le detenga su mercancía y su celular, un barrendero se acerca y presta el recogedor. Entonces el hombre de los chinitos de la suerte abre la coladera y salva mi celular, lo envuelve con una franelita y lo guarda en una bolsa de plástico.

La secuencia duró aproximadamente cinco minutos. Y yo pensé en la suerte y en los personajes que me han ayudado a lo largo de mi vida. Pensé que no estoy sola y que de vez en cuando hay que ponerse flojita y dejarse salvar.
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