lunes, 29 de junio de 2009

Mi alimento

Hace un año dejé de comer. Mi cuerpo lo resintió con cinco kilos menos, mi rostro se demacró y mi espíritu se tambaleó en segundos; no podía conciliar el sueño, dormir era un suplicio porque me quedaba varada en un mar espeso, oscuro y terriblemente silencioso; al despertar la frialdad de la cama me recordaba las camillas de sala de operación. Fui una piltrafa durante tres meses, los siguientes fui recuperando la cordura y la sonrisa.
Hoy mi cuerpo se ha curado de espanto, mi espíritu está en proceso. Curiosamente doce meses después me pagan por comer. Y me gusta porque me estoy alimentando con mi propio ego, mis creencias y pensamientos, chaquetas, impresiones, deducciones, principios. Quiero comerme al mundo y estoy comenzando a hacerlo, con pizzas y postres. Después no sé qué siga, quizá despedir al letargo.

martes, 23 de junio de 2009

Ilusiones desmembradas


Podría comenzar siendo la historia de una película romántica en la que los protagonistas, sin ser los más guapos y mucho menos los más populaIes se encuentran en medio de una fiesta. Y desde entonces no se dejan de ver. Esto sucede con David y Harriet, personajes que dan vida a la novela El quinto hijo, de Doris Lessing.

David y Harriet se han enamorado y de inmediato se casarán y de inmediato vendrán los hijos; uno a uno, los que el señor les mande, porque ambos creen en el poder de la naturaleza y no en ir contra ella. David tendrá que trabajar como burro para mantener a su familia, no hay elección, tampoco para ser independiente del dinero que su padre continuamente dará para la manada. Así, en una enorme casa en las afueras de Londres la pareja estará la mayor parte del tiempo rodeado de reuniones familiares, de pañales, de gritos, como siempre lo soñó Harriet. Hasta que nace el quinto hijo.

La familia feliz deja de serlo con la llegada de Ben. Ya desde el embarazo, Harriet había experimentado una sensación distinta que con los demás: “si alguna dosis de algún calmante mantenía quieto al enemigo (así consideraba ahora a aquella criatura salvaje que llevaba dentro) durante una hora, entonces aprovechaba al máximo el tiempo y dormía un sueño rápido, aferrándolo, absorbiéndolo, antes de saltar de la cama cuando despertaba con un empujón y un estirón que la ponía enferma”. Esto era quizá un aviso de lo que vino después: “ella alzó en el aire al bebé, que forcejeaba, pataleaba, lloraba de aquella forma peculiar, consistente en una especie de rugido o bramido, mientras se ponía blanco amarillento de rabia, en vez de colorado como un bebé normal”.

Poco a poco la atmósfera de “love is in the air”, se transformará en un ambiente oscuro, incluso terrorífico; ahora un pequeño monstruo domina todo cuanto está a su alrededor; el quinto hijo, además de parecer un gnomo colérico y hostil, resultará ser una criatura tétrica, capaz de provocar miedo a cualquiera. Los hermanos de Ben serán víctimas del ser, se atendrán a sus gritos, a su fuerza bruta, a sus chillidos, a sus modos, a sus pocas palabras, a su mirada turbia, a sus gruñidos. Harriet y David también serán víctimas del quinto hijo al grado de dejar de hacer el amor por temor a embarazarse y tener otro hijo. Como Ben.

Disfuncional, así terminará siendo la familia soñada de Harriet. Mientras Ben crece y convive con malvivientes, los demás hijos terminarán huyendo a internados o con familiares; David no dejará de trabajar hasta volverse taciturno, una sombra sin color.

Lo que atrae en esta novela es el conflicto interno de Harriet, la madre que sufre por ese hijo, por quererlo lejos y a la vez cerca. Remordimientos que se verán reflejados cuando lo recoge de la institución a la cual Ben fue enviado. La maternidad, supongo, y lo que viene después no es color de rosa. Fuera de toda idealización –espero que no me tachen de insensible por el hecho de no haber tenido hijos– creo que las madres tienen derecho a cuestionarse lo relacionado con la procreación, su papel, el tener consentidos e incluso el no haberse emocionado como con el primer hijo, el desear su partida, el querer su individualidad. La madre tiene derecho, pero Harriet se lo negará continuamente.
Conocida por El Cuaderno Dorado, Doris Lessing nació en 1919 en Kermanshah, Persia (actual Irán). Su obra abarca temas que van desde obras de contenido social y político (The grass is singing), hasta thrillers psicológicos o de ciencia ficción (Canopus). Cuentan que esta mujer de ochenta y tantos años es sencilla, callada y a la vez carismática, que le da por escribir en ciertos cafés, que tiene muchos gatos y suele darle de comer a los pájaros mientras está en el jardín de su casa. Esta mujer, de rostro de abuela bonachona, es defensora del feminismo, pero no feminista; se casó dos veces y fue simpatizante del Partido Comunista Británico. Además participó en varias campañas contra las armas nucleares, de hecho le fue prohibida su entrada a Sudáfrica debido a sus duras críticas al régimen, al igual que en Rhodesia.

jueves, 11 de junio de 2009

Diván

Me siento o  mejor dicho, me recuesto. Mis pies están inmóviles, minutos después se mueven como si les hubieran puesto pica pica. Miro la habitación; los libros, los sillones, la maceta, escucho las voces de afuera y también mis propias voces. Pero no hablo. 

Sigo enfrascada en mis pensamientos; que si no tengo trabajo; que si la renta ya toca; que si no sé hacia dónde moverme; que si preferiría vivir sola que con un ser intolerante; que si ya me quiero ir, que si ya me quiero ir ahorita; que ya si me quiero ir de esta ciudad; que si mi familia es muy misteriosa; que si hay algo oscuro en ella; que si tengo antojo de esquites; que si tengo sueño, que si le sigo temiendo a la mariposa negra, que si los laberintos jamás desaparecen.

Mis pensamientos se interrumpen 45 minutos después cuando mi analista me dice: "nos vemos la próxima semana".

lunes, 8 de junio de 2009

Lecciones


En una fiesta los convidados no ladran. Pero él me enseñó a hacerlo como los perros: hacia adentro, nunca guau guau o wow, como el de Slim. La sensación de ladrar desde adentro es rara, como quizá sentiría alguien cuando lo hieren y sale su voz entrecortada; es como un ahogo.
Esa noche mi objetivo lejos de ligarme a alguien fue ladrar, como una auténtica perra. 

viernes, 5 de junio de 2009

Preguntas sin respuesta

Y la pregunta del día de hoy, mientras saboreaba unas enchiladas verdes con queso panela, fue: ¿cómo te despides de tus muertos?

martes, 2 de junio de 2009

Dos perfectos desconocidos


Cambió de paisaje por un mes pero no imaginó que también cambiaría de historia. Dejaría de lado la vida en común, los compromisos, el trabajo de más de doce horas, lo predecible.

La casa compartida durante diez años se borró y se transformó en un hotel ubicado en una de las zonas más céntricas de esa ciudad; la que ahora le pertenecía.

En la noche los sentidos se vuelven más agudos, así que aprovechando su estado solitario interceptó a la mujer del bar con el pretexto de que bailaba bien. Y ella se río. Español y mexicana terminan en la cama de hotel de esa ciudad. Dos perfectos desconocidos se sacan sin pudor la ropa y se mezclan entre las gélidas sábanas de un king size. A la mañana siguiente la mujer se va temprano y él se queda pensando en los diez años que lleva liado con su mujer, absorbido en costumbres, rutinas de pareja, unida quizá por la hipoteca de la casa.

Al día siguiente volvió a su trabajo en aquella ciudad que ya le estaba perteneciendo. Sin embargo su vida se había sacudido desde aquella noche con la mujer desconocida, a la cual no dejó de ver. La mujer aceptó sus invitaciones, sus insinuaciones, sus besos, su vida del otro lado del mar. Se les veía contentos, pero también con cierta nostalgia, pues pronto la historia volvería a ser de lunes a domingo y de domingo a lunes, especialmente para él. Le gustaba la identidad que había cobrado en esta ciudad, se sentía como esos niños que atrapan bombas de jabón sin parar. Sin embargo en unas cuantas tomaría el avión rumbo a su verdadero paisaje, ese que desde hace diez años se mantiene igual.







Perros como dueños o dueños como perros












Eso de que las mascotas se parecen a su dueño es verdad. Mis vecinos, con los cuales no me interesa convivir por razones que después enumeraré, tienen mascotas, al menos dos de ellos.

El del piso de abajo tiene un perro negro que ladra ferozmente cada vez que estacionas el auto. A ese vecino a veces le da por mirar quién llega; al perro también, y como su dueño, no sonríe, porque es un hecho que los perros sonríen.  

La vecina del segundo piso, una mujer con cabellos pintados y lentes como de Erick Estrada en Patrulla Motorizada, tiene un pastor alemán cachorro.También tiene un hijo, de más o menos 30 años de dudosa salud mental. Ese cachorro es huidizo y no se atreve a entablar una relación. Quizá herede la locura de su dueña, una mujer amargada a leguas que disfruta escribir frases amenazantes en los vidrios de los autos con lápiz labial: No te estaciones en la entrada… así adorno mi vidrio.

Yo tengo un labrador; casi todos lo conocen de oídas. Que si el jetty se comió los aretes de un matrimonio de más de 30 años, que si se dio un festín de caca, que si ronca como señor y se adueña de las camas, que si está drogado con esos ojos llorosos, que si se comió un pastel de cumpleaños entero, que en realidad siempre ha querido montarse a todos los perros, que si tiene un ligero retraso mental. Hugo, o sea el jetty, es tonto, pero yo no. Es distraído como yo y también tiene excelente olfato, como yo. A veces no conviene oler lo que no se debe porque luego uno descubre lo que tal vez no convenía saber. Como yo, le gusta que lo mimen y viajar de prado en prado (aunque sea al camellón más cercano). Hugo sonríe, yo lo he visto y también se entristece, se le ve en el rostro, sus ojeras lo delatan y la cara se le vuelve pomulosa; a mí también, aunque él sigue comiendo, yo dejo de comer y a veces he pensado en no despertar. Mi perro aunque cada vez más sordo, sabe escuchar. Entendió que ya no iba a vivir con él ni lo iba a sacar a pasear todos los días (como antes), entendió cuando en ese momento le dije que estaba enamorada y tenía que volar. 

Los dos sabemos escuchar y callar cuando es necesario. Hugo y yo nos parecemos, hasta en el color. Nos gusta sonreír y mirar la luna cuando alumbra la tierra que habitamos.

 

 

 

Apología

Si fumas mota, si tienes affaires, si te gusta la fiesta y el vino, si cuando hace calor te dan ganas de una cerveza, si la gente que te rodea no parece realmente de su edad cronológica, si quieres despertar a las 12 de la mañana en un día en el que normalmente la gente trabaja, si no quieres lavar los trastes, si tu mente piensa la mitad del tiempo en sexo, si tus amigos no se han casado, si no tienen casa propia, si eres dispersa e irregular, si no has ahorrado lo suficiente como para despreocuparte de tu vejez , si no sabes hacer arroz, si te cuesta trabajo pensar qué harás en un futuro, si pierdes el control, si no te importa tener el mismo auto, si es un halago pasar por menos años aunque tengas treinta y tantos, si no te gusta que te traten como niña, si no envidias a quienes nacieron en los ochenta, si no te gusta hacer el papel de mamá porque hay alguien que lo lleva en las entrañas, si no tienes la vida comprada, si vives al día, si tus amigos usan drogas duras y no tan duras, si odias las bodas, los baby showers, bautizos y despedidas de soltera, si la edad te ha vuelto un cínico o un viejo lobo de mar, si no te gusta maquillarte, si no sabes andar en tacones, si le temes al mar, si tus sueños te agobian, si vas al psicoanálisis, si te emborrachaste e hiciste desfiguros, si no te hallas con los posers ni con los doble moral y menos con los doble cara, si te cuesta trabajo decir lo qúe te molesta, si tu cuarto está hecho un asco, si dejas pelos regados como alfombra, si estás flaca, si estás gorda, si caminas chueco, si extrañas al hombre con quien pensabas que ibas a estar siempre y no soportas que haya alguien más en su vida, si en lugar de comprar latas de atún compras botellas de vino de oferta, si a veces te portas como niña, si te gustaría tener una aventura con un escritor, un músico o un fotógrafo, si quieres vivir en otro lado y dedicarte al goce, si prefieres viajar a comprar una casa, si no tienes seguro de vida, si prefieres una hora de lectura que de quehacer, si no soportas toparte con un enfermo de cáncer en un hospital, si dudas de la gente que dice ser completamente feliz, de los hombres con bigote y de quienes se refugian en doctrinas que no siguen de raíz, si te angustias al encontrar arrugas en tu rostro, si usas botes de yogur como toppers, si te asumes como desapegada y sólo tienes libros, discos, plantas y dos ollas, si te dan miedo los juegos mecánicos, si te pones en el mismo papel que tu sobrino de cinco años, si no te importa recibir a tus amigos aunque la casa esté empolvada, si se te da más escribir que hablar, si escuchas música rara, si vomitaste en el baño de algún desconocido, si robabas libros cuando ibas en la universidad, si vas a besar varios sapos en el transcurso de tu vida hasta toparte con quien desees, si aún no has definido un proyecto de vida, si odias que alguien diez años menor que tú ose llamarte inmadura por el hecho de no cuadrar dentro de sus estándares, si te pones a escribir tu propia justificación por la cual te consideras una mujer, si no absolutamente madura, sí lo suficiente como para hacer su propia apología. 
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