Hoy cuando iba rumbo al trabajo pedaleando la luna iba adelante, intenté tomarle foto, pero se quedó sólo en mi recuerdo. Entonces agradecí haber estado con los ojos bien abiertos a las 6 de la mañana, ni siquiera pensé en la tristeza que me sugieren las personas que veo a diario sentadas en el metro esperando la rutina una y otra vez, ni tampoco en el cielo gris, ni en esa terrible salida del metro Tacubaya que inevitablemente me recuerda una escena de Irreversible. Yo sólo contemplé la redondez de esa luna, quise pedalear hacia ella pero desistí porque me quedaba a millones de años luz.
El calor del metro me devolvió la mañana gris. De nuevo esa salida del metro con su feria entre los puestos de jugos y los hombres de mirada turbia, de nuevo la rutina de los buenos días.