martes, 27 de octubre de 2009

La culpa es de los nones

Los nones me ponen de buenas, aunque este año fue tan ruidoso que aún me zumban los oídos. Pero no importa. No importa si un extraño hizo un boquete para adueñarse de una parte de mi vida, no importa si decido dormir a mi compañero-confidente-amigo después de doce años de tratarnos; no importa si hoy viajo rodeada de familias Burrón y uno que otro hombre que intenta ligarme, para llegar al norte de la ciudad; no importa si un año y medio después me entero que mi “locura Otelesca” tenía fundamentos.
No importa. Mis pies están sobre esta duela chueca, sobre este departamento, sobre este edificio venido a menos, sobre esta calle con fondas de birria maloliente y antros en decadencia. No importa. Ambulancias, claxons, lluvia, mi ciudad-caos abre sus puertas y yo entro. Entonces camino con garbo, segura de que mis feromonas andan en absoluta rebeldía. Y no lo escondo, no importa, lo atribuyo a los nones.

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