domingo, 7 de febrero de 2010

Tribulaciones de una mujer adulta XI

Desde el primer momento que se acostó con T, supo que jamás le llamaría para ir al cine o a tomar un café. El mundo paralelo de P le puso los pies sobre la tierra y prefirió disfrutar sus encuentros. El afán de N por buscar cariño cada vez que bebía, le hizo comprender que no quería ser ni una dama ni tampoco un perro de compañía. Entonces concluyó que T, P y N eran tan sólo letras aisladas que jamás llegarían a ser parte de su alfabeto.

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