sábado, 30 de octubre de 2010

Madame Zazú



Mano estirada para que la chica desconocida y que por cierto, presume del don de ver muertos, comience a interpretar estas líneas.
          Un alma vieja con un sexto sentido ultradesarrollado, sin embargo no hay credibilidad en él. Inteligencia más allá de lo normal, pero con tendencia al boicot, mala elección de parejas. Sabes que no son y te esmeras en seguir, dijo. Has tenido dos parejas importantes, pero inmaduras. Claro, cuatro años viviendo con un niño. El otro quizá un arquitecto o el penúltimo hombre.
          Madre omnipresente inmediatamente asociada con las mariposas negras que están en los techos y el terror que transmiten. Tienes que resolver los conflictos con ella, de esa manera vas a fluir en lo demás. Cinco años en psicoanálisis no fueron suficientes y me lo viene a decir madame Zazú en una comida, frente a dos desconocidos y un amigo.
          Esa chica me desnudó. Me quedo reflexionando, pienso en las señales que me envían los otros, en que debo hacerles caso y no retroceder, en que el cebiche está delicioso y el vino blanco le va re bien, en que sí quiero encontrarme del otro lado con alguien que me sostenga con firmeza, en que las frutas inmaduras definitivamente me causan malestar.

jueves, 21 de octubre de 2010

Adentro y afuera


I
Tomó la foto sin esperarla a ella. Tomó la foto sin esperar una historia, sólo ese instante, como dicen gastadamente los anuncios. (Después en las montañas, en un avión, en un país, en otro, tomados de la mano, allí descansarán ellos en las fotos archivadas.)

II
Treinta personas de más de un lugar del mundo se reúnen en un bar para celebrar que ya no se verán más las caras, como venía ocurriendo desde hace un año. Midori ya lo había visto caminando cerca de la universidad. Emilio no, eso pensaba.

Abunda la cerveza, los ojos comienzan a brillar, las voces van cobrando amplitud a medida que los tragos aumentan; las lenguas se mezclan en una especie de Babel. Midori está en otra mesa con dos amigas, casi no hacen ruido, pero son lo suficientemente atractivas como para que más de un hombre voltee, Emilio, por ejemplo. Ella se está riendo, instante que aprovecha él para tomarle la foto, la que dos amigos enmarcarán como pretexto para no parecer demasiado obvio.

III
Lo que sigue es organizar un viaje a las montañas, de despedida. Emilio, Midori y otros más. Y sucedió que platicaron por primera vez, aunque ya se habían visto antes, detalle en el que Emilio no se percató.
         Seis meses después cuando Midori inevitablemente se volvió más que familiar, Emilio decidió poner orden en sus fotos, entonces las acomodó, tiró algunas, dejó otras. La foto enmarcada salió de los archivos: Midori en medio de los dos amigos sin mostrar trazas de haber descubierto una mirada in fraganti tras un lente. En realidad ella lo estaba esperando silenciosamente, con una sonrisa, la misma que probablemente tendrá en el instante en que una mirada tras un lente dé clic, justo después de la ceremonia de unión; la foto donde saldrán juntos, la que convivirá en la mesita, junto a la foto enmarcada por los amigos, junto a Midori esperando ser reconocida.
Powered By Blogger