Hasta nunca, fue así como se despidió.
Adiós –dijo ella.
Cinco minutos después, él estaba tocando a su puerta porque no había taxis en la calle.
¿Me puedo quedar? –dijo él.
Sé responsable de tus palabras –dijo ella, mientras le daba una cobija para que durmiera en el sillón.
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