viernes, 4 de febrero de 2011

El invitado



Un pastel cremoso que provocaría unas horas después una revolución en el estómago, una botella de vino, dos amigos, el desconocido y su perra, la festejada y su perra, alrededor de la mesa. Finalmente el desconocido se animó a subir al departamento después del café que amablemente le invitó a la festejada. Plática larga, coincidencias, por ejemplo la amiga común.

En el parque se toparía con él y con su perra obesa, terminaría charlando como si se tratará del reencuentro con el amigo de la vida. No hubo espacio para los clichés o los lugares comunes. Lo más natural hubiera sido una charla educada y después retirarse sutilmente, pero no fue así. La festejada extrañamente perdida y a la vez relajada en ese día que no era precisamente de su devoción, olvidó las llaves de su casa dentro de su casa, como si en el fondo no deseara regresar. Llegó a pensar que su popularidad no la dejaría en paz ni siquiera el día de su cumpleaños, aunque en realidad sólo tenía una llamada perdida. Ese fue el motivo de la primera escala a su casa. En resumidas cuentas:

La festejada fue al parque y regresó a su casa por el celular olvidado, sin embargo al cerrar la puerta se percató que había dejado sus llaves dentro. Regresó al parque a buscar a su perra, la encontró jugando, después se encontró con el desconocido, quien le ofreció una charla con café. Sucedió que se cayeron demasiado bien, así que ella lo invitó a partir un pastel cremoso y a tomar una copa de vino con dos amigos, incluyendo a dos perras, una cachorra, otra obesa. Después vendría la revolución estomacal. Después ya no se sabe.

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