jueves, 24 de febrero de 2011

Excluidos incluidos



Los excluidos siempre han ejercido cierta atracción en mí. A los 14 años o trece, no recuerdo, sentí la exclusión en todo su esplendor. Luego crecí. Sin embargo en el fondo a veces me sigo sintiendo excluida, aunque lo cierto es que he encontrado en ello cierto placer, un gustillo.

En esto pensaba después de ir por fin a uno de los ensayos de El Gran Continental, un espectáculo al aire libre de danza contemporánea, danza en línea y bailongo al estilo del mexicano que trae el FMX.

Podría empezar diciendo que el espacio per se ya implica una recarga de energía: Tlatelolco; podría decir que ver a 114 personas bailando me hace mover los pies durante todo el ensayo. Mujeres que no son bailarinas, cincuentonas, cincuentones, niños, niñas, flacas, gordas, morenos, claros, gente con dos piernas o con una sola formando un continente de cuerpos en constante movimiento donde las poses, o las soberbias, o la competencia no tienen cabida, únicamente la inclusión.

El calor, inevitable, resultado de la energía que flota en el salón. Y yo sólo quiero pararme y bailar al compás de la música, quiero aprenderme los pasos y no dejar de sonreír como Mariana Arteaga.

Mi amigo y yo nos vamos de Tlatelolco para refugiarnos en un barrio menos recargado. Cenamos por ahí y sin querer miro a la mesa de atrás, hay un vagabundo sentado a la mesa departiendo con sus amigos, un incluido más.

1 comentario:

  1. Todos al final tenemos un espacio. Círuclos abiertos o cerrados. Donde te cierran la puerta otra se abre.

    Saludos

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