miércoles, 25 de noviembre de 2009

Dormir, despertar y dar delete


Me encanta dormir, duermo por voluntad, cuando comienzo a tallarme los ojos, cuando termino de comer y quiero una siesta. Sin embargo me aterra dormirme en la vida.
He pensado todos los días en mi perro, en cómo se marchó, en si deveras morir era una alternativa o seguir esperándome cada fin de semana para salir a pasear. Una a una las imágenes vienen y los recuerdos hoy siguen estando, aunque en unos meses quedarán deshabitados.
Lo de ayer me llega como fotografías fuera de foco; historias que parecen una creación de mi cabeza, ilusiones partidas. Estuve dormida cuatro años soñando con una vida irreal, con un hombre sacado de un cuento de niñas-cenicientas. Y cuando desperté me asusté de mi imagen frente al espejo. Pero dejé de bostezar y le di la bienvenida a mis ojos abiertos en la mitad de la noche, excepto a los instrusos; esos robaron mi intimidad y me dieron una idea: volver a empezar.
Así fue como cambié de escenario; despedí la comodidad de mirar desde un vidrio de auto a los otros, me despedí de mi cómplice. Vi cuando le inyectaban el líquido y cómo su respiración agitada se transformaba en paz; primero un paro respiratorio, luego el corazón estático. Tomé su patita y sentí su ligereza, en cambio mis lágrimas inclinaban mi cuerpo como si cargara dos costales de cemento. Los ojos de Hugo ya nunca se abrieron, lo mismo sucedió con una parte de mi historia.

martes, 17 de noviembre de 2009

El curso de las cosas

Pasó el tiempo y terminaron por volverse unos completos extraños. Fue entonces cuando dejaron de extrañarse.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Aparición

Acaba de pasar el Día de muertos, sin embargo el hombre decidió aparecerse en el microbús aprovechando los festejos. Sucedió que una blancura abrasiva invadió el espacio, justo cuando él, con su pijama a cuadros, intentaba adueñarse de un asiento.
El hombre sonreía y de perfil sobresalían sus dientes; sus ojos ya eran cavidades y una gorra tapaba los cabellos extinguidos. Aquel espectro no cesaba de hablar con su acompañante, como si el mover los labios le diera la certeza de estar vivo, de olvidarse por un momento de su panteón quimioterápico.

martes, 27 de octubre de 2009

La culpa es de los nones

Los nones me ponen de buenas, aunque este año fue tan ruidoso que aún me zumban los oídos. Pero no importa. No importa si un extraño hizo un boquete para adueñarse de una parte de mi vida, no importa si decido dormir a mi compañero-confidente-amigo después de doce años de tratarnos; no importa si hoy viajo rodeada de familias Burrón y uno que otro hombre que intenta ligarme, para llegar al norte de la ciudad; no importa si un año y medio después me entero que mi “locura Otelesca” tenía fundamentos.
No importa. Mis pies están sobre esta duela chueca, sobre este departamento, sobre este edificio venido a menos, sobre esta calle con fondas de birria maloliente y antros en decadencia. No importa. Ambulancias, claxons, lluvia, mi ciudad-caos abre sus puertas y yo entro. Entonces camino con garbo, segura de que mis feromonas andan en absoluta rebeldía. Y no lo escondo, no importa, lo atribuyo a los nones.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Síntomas


Sales de casa. Caminas, te subes al metro. Observas las manos que se sostienen para no caer a cada frenón; la mayoría, morenas. Te fijas si tienen arrugas, si las venas sobresalen. Miras las tuyas con sus venas-angulas. Te da por revisar también los vientres de las mujeres; en la calle, en el banco, en un bar, en el super. Antes no te fijabas en esos detalles, ahora es una constante. Deseas no heredar el vientre abultado de tu madre, pero las historias no tienen por qué repetirse, piensas.

Un día una prima te contó que los labios se adelgazan con los años. Estaba consternada porque creía que los suyos comenzaban ese proceso. Observas tu rostro traga años reflejado en el vidrio del vagón, tus labios y la forma de tus orejas, te miras de perfil, sumes la panza, te angustias porque no quieres crecer. Hay una veinteañera enfrente con el vientre tan plano como si lo hubieran amasado con un rodillo. La envidias. Sin embargo la chica que está a tu lado apenas si logra respirar a través del pantalón de emo anoréxico que no logra disimular las lonjas. Te sientes orgullosa de no tener su cuerpo y de sostener el tuyo con dignidad. Sales del metro, caminas con decisión a la farmacia donde venden la crema de noche, la de día, la antiarrugas, la antimanchas, la del cuello y el bloqueador solar. En el fondo guardas cierta esperanza de verte joven gracias a ilusiones de más de mil pesos.

lunes, 24 de agosto de 2009

Escena en la mente de una mujer

Las gotas se deslizan lentamente por su cuerpo como si intentaran detener el tiempo, como cuando cae esa sutil lluvia que termina empapando los huesos. De repente la armonía se rompe cuando ella intuye que fuera de la regadera, para ser más precisos, tras la puerta del baño, alguien la espera. Los pasos, los ecos de afuera respiran tras la madera del piso. Todo respira.

La mujer pela los ojos, apaga la regadera y silenciosamente seca su cuerpo. Espera a que el No Invitado se decida. Sin embargo el No Invitado piensa lo mismo del otro lado de la puerta. Salir del baño o entrar. Uno de los dos tendrá que tomar la decisión.

domingo, 2 de agosto de 2009

El cuento del abrazo

Ella no alcanzó a disimular su nerviosismo y no pudo quitarse los bigotes de lechuga que colgaban de su boca. Un “hola seco” salió de sus labios, así nomás. Después de saludar, Él decide quedarse en un extremo comiendo con los otros. Ella no le dirige la palabra, tampoco la vista, pero siente su presencia que más bien marca la ausencia. 

La vida es triste cuando te quita a alguien abruptamente, piensa Ella. Y entonces para hacer el momento más nostálgico una salvaje lluvia cae, Ellos se guarecen bajo una lona, y es allí donde Ella se atreve a hablarle, a decirle razones, palabras, enojos, rencores, emociones, a odiarlo, a perdonarlo quizá. Frente a los otros se abrazan sin la menor pena, sin importar que hace tiempo no están juntos. Una energía fluye alrededor de Ellos y los invitados se dan cuenta pero se callan aunque Ella esté llorando y quiera perpetuar aquel abrazo, con la absoluta certeza de que esa historia ha terminado.

Doce botellas de vino y dos de champán, pero Ella no está borracha, quizá sensible. Tiene ganas de seguir abrazada, así que decide llamarle a su amigo de ocasión. Llega a su casa y como es costumbre, miran una película, pero esta vez no cogen, él está cansado, Ella tampoco tiene ganas. 

En la mañana Ella siente el cuerpo de su amigo y accede, pero su cabeza está en otra parte y evidentemente su corazón. Cinco minutos después el amigo termina y Ella se queda pasmada ante sí misma, ante sus sentimientos, ante su vulnerabilidad, ante su fuerza, ante su manera de olvidar y hacer su vida. El amigo, en cambio, está listo para dormir y para pensar en voz baja, hazte para allá, hay que dormirnos, ya deja de moverte, descansa. 

Tranquilo, como si no tuviera el peso de Ella, como si realmente no existiera, el amigo duerme en su cama. Ella, en cambio, no pega el ojo, piensa en el abrazo de hace unas horas, y con certeza concluye que su amigo jamás la abrazará como Él.

viernes, 24 de julio de 2009

Las canas de mi papá

Ay, otra vez la muerte, esta vez en forma de apegos. Quizá parezca perverso, siniestro o más bien es mi manera de no borrar a las personas que se han adelantado en el camino. Por ejemplo podría haber borrado dos teléfonos de mi celular, pero no puedo porque tenerlos significa estar cerca de mis dos amigos. Cada vez que busco a David y aparece el David muerto, pienso: ¿será momento ya de despedirme? Entonces finjo demencia y lo dejo como si esperara oír su voz para vernos pronto. Por supuesto también me niego a borrar a Roberto. He pensado en marcarles, pero no soportaría escuchar otras voces que no fueran las de ellos, ni tampoco oír sus voces desde la dimensión desconocida. Pero eso no es todo, tengo una tarjeta anaranjada del Pájaro, otro compa que voló mientras tomaba un baño. Me niego a tirarla; la guardo en mi cartera pensando que tal vez lo llegue a necesitar pronto.
Y siguiendo con lo bizarro diré que al morir mi papá decidí guardar unos cuantos cabellos; ni siquiera se los corté estando muerto, es más ni siquiera me despedí. Recuerdo que un día en el jardín de la casa de mi mamá encontré cabellos, creí que eran las plumas de algún pajarraco, pero cuando los toqué y vi las canas supe de quién eran. Entonces apareció la imagen de mi mamá cortándole el cabello. Así que los tomé y los puse en una libretita como de bautizo con una imagen de un Cristo en éxtasis. La guardé durante mucho tiempo, hasta que un día me censuré por siniestra y la tiré. Tiré las canas de mi papá. Hoy soy incapaz de borrar a mis otros muertos.

sábado, 18 de julio de 2009

Una película antes de morir


Ya sé que la muerte no se anda con cuentos, pero es un hecho que a mayor edad mayor es la proclividad a pensar en ella. Por eso crecer es triste porque eres consciente de que mueres diario. A esto hay que agregar los amigos, conocidos y fulanitos que se han marchado intempestivamente. Hace diez años no me inquietaba tanto la muerte, pero hoy es más frecuente ver el mar negro y abismal en mis sueños.

Esto viene a cuento porque ayer, en el lugar menos indicado, supe que Roberto había muerto en un accidente de auto. Entre el chacoteo de la gente, el ruido de los vasos al chocar y el desmadre de la quincena,vengo a enterarme en una cantina que hace un año él ya no está aquí. Y digo: mierda, nos distanciamos, lo extrañaba, creí que todavía había esperanza para el encuentro. Pero mis esperanzas se marcharon de putazo, como él. Y pienso en el ciclo que nos tocó vivir a ambos. Fuimos novios, pero no resultó porque no me gustaba ni un ápice;  creí que no importaba porque podíamos hablar de varias cosas, podíamos reírnos y filosofar. Cuando terminamos le dio el mal de amores, así que nos dejamos de ver. Pero después se recuperó. Entonces íbamos al cine, oíamos música, nos recomendábamos nuevos grupos, presumíamos nuestras adquisiciones musicales, hablábamos de viajes, de nuestras conquistas, de Laura, de ser felices con alguien. 

Su recámara era pequeña y la ocupaban libreros con discos compactos, libreros enteros con historias alrededor. Peter Murphy, Santa Sabina, Fratta, Roxy Music, Brian Ferry, David Byrne, Tuxedomoon, Cocteu Twins, This Mortal Coil, Soda Stereo, Consumatum Est, Lila Downs, David Byrne, Cafe Tacuba, Talking Heads, Kid Loco, Thievery Corporation, Los amantes de Lola, David Bowie, Hooverphonic, Radio Futura, Bel Canto, Dead Can Dance, Air, Veneno para las Hadas. Mi amigo era una enciclopedia musical y lo sabía, de ahí su soberbia; le gustaba la buena vida y no le pesaba viajar de Villa de Cortés a Satélite.

Y un día se nos metió el demonio. Nos peleamos por una vanalidad; le grité y se molestó. Él deseaba quedar bien con Laura, el amor de su vida, yo quería a dos diyeis en mi fiesta de cumpleaños, y Laura sólo quería mezclar. Nuestra hermosa Laura, que se divertía coqueteando diciéndole a Roberto cosas bonitas de mí, nuestra querida Laura, que después se volvió Ethel, terminó mezclando junto con otro diyei mientras Roberto y yo nos veíamos feo. A partir de entonces nos alejamos. A veces reaparecía pero ya nada fue igual entre nosotros. Laura, en cambio, se dio una oportunidad con Roberto.
Muchas veces pensé en marcarle y hablar para limar asperezas, pero no lo hice. Extrañaba nuestras charlas, la música, a su tía, a su madre, incluso a su hermano, quien me dio la noticia. 

Traté de pasármela bien en la cantina, pero ya tenía el nudo pesado en la garganta. A las seis de la mañana lloré como hace un año; llegaron los recuerdos como en película antigua, uno a uno. Quizá él también los tuvo a la hora en que lo acechaba la muerte. Espero que también haya visto la película y yo haya aparecido en algún cuadro.




viernes, 3 de julio de 2009

lunes, 29 de junio de 2009

Mi alimento

Hace un año dejé de comer. Mi cuerpo lo resintió con cinco kilos menos, mi rostro se demacró y mi espíritu se tambaleó en segundos; no podía conciliar el sueño, dormir era un suplicio porque me quedaba varada en un mar espeso, oscuro y terriblemente silencioso; al despertar la frialdad de la cama me recordaba las camillas de sala de operación. Fui una piltrafa durante tres meses, los siguientes fui recuperando la cordura y la sonrisa.
Hoy mi cuerpo se ha curado de espanto, mi espíritu está en proceso. Curiosamente doce meses después me pagan por comer. Y me gusta porque me estoy alimentando con mi propio ego, mis creencias y pensamientos, chaquetas, impresiones, deducciones, principios. Quiero comerme al mundo y estoy comenzando a hacerlo, con pizzas y postres. Después no sé qué siga, quizá despedir al letargo.

martes, 23 de junio de 2009

Ilusiones desmembradas


Podría comenzar siendo la historia de una película romántica en la que los protagonistas, sin ser los más guapos y mucho menos los más populaIes se encuentran en medio de una fiesta. Y desde entonces no se dejan de ver. Esto sucede con David y Harriet, personajes que dan vida a la novela El quinto hijo, de Doris Lessing.

David y Harriet se han enamorado y de inmediato se casarán y de inmediato vendrán los hijos; uno a uno, los que el señor les mande, porque ambos creen en el poder de la naturaleza y no en ir contra ella. David tendrá que trabajar como burro para mantener a su familia, no hay elección, tampoco para ser independiente del dinero que su padre continuamente dará para la manada. Así, en una enorme casa en las afueras de Londres la pareja estará la mayor parte del tiempo rodeado de reuniones familiares, de pañales, de gritos, como siempre lo soñó Harriet. Hasta que nace el quinto hijo.

La familia feliz deja de serlo con la llegada de Ben. Ya desde el embarazo, Harriet había experimentado una sensación distinta que con los demás: “si alguna dosis de algún calmante mantenía quieto al enemigo (así consideraba ahora a aquella criatura salvaje que llevaba dentro) durante una hora, entonces aprovechaba al máximo el tiempo y dormía un sueño rápido, aferrándolo, absorbiéndolo, antes de saltar de la cama cuando despertaba con un empujón y un estirón que la ponía enferma”. Esto era quizá un aviso de lo que vino después: “ella alzó en el aire al bebé, que forcejeaba, pataleaba, lloraba de aquella forma peculiar, consistente en una especie de rugido o bramido, mientras se ponía blanco amarillento de rabia, en vez de colorado como un bebé normal”.

Poco a poco la atmósfera de “love is in the air”, se transformará en un ambiente oscuro, incluso terrorífico; ahora un pequeño monstruo domina todo cuanto está a su alrededor; el quinto hijo, además de parecer un gnomo colérico y hostil, resultará ser una criatura tétrica, capaz de provocar miedo a cualquiera. Los hermanos de Ben serán víctimas del ser, se atendrán a sus gritos, a su fuerza bruta, a sus chillidos, a sus modos, a sus pocas palabras, a su mirada turbia, a sus gruñidos. Harriet y David también serán víctimas del quinto hijo al grado de dejar de hacer el amor por temor a embarazarse y tener otro hijo. Como Ben.

Disfuncional, así terminará siendo la familia soñada de Harriet. Mientras Ben crece y convive con malvivientes, los demás hijos terminarán huyendo a internados o con familiares; David no dejará de trabajar hasta volverse taciturno, una sombra sin color.

Lo que atrae en esta novela es el conflicto interno de Harriet, la madre que sufre por ese hijo, por quererlo lejos y a la vez cerca. Remordimientos que se verán reflejados cuando lo recoge de la institución a la cual Ben fue enviado. La maternidad, supongo, y lo que viene después no es color de rosa. Fuera de toda idealización –espero que no me tachen de insensible por el hecho de no haber tenido hijos– creo que las madres tienen derecho a cuestionarse lo relacionado con la procreación, su papel, el tener consentidos e incluso el no haberse emocionado como con el primer hijo, el desear su partida, el querer su individualidad. La madre tiene derecho, pero Harriet se lo negará continuamente.
Conocida por El Cuaderno Dorado, Doris Lessing nació en 1919 en Kermanshah, Persia (actual Irán). Su obra abarca temas que van desde obras de contenido social y político (The grass is singing), hasta thrillers psicológicos o de ciencia ficción (Canopus). Cuentan que esta mujer de ochenta y tantos años es sencilla, callada y a la vez carismática, que le da por escribir en ciertos cafés, que tiene muchos gatos y suele darle de comer a los pájaros mientras está en el jardín de su casa. Esta mujer, de rostro de abuela bonachona, es defensora del feminismo, pero no feminista; se casó dos veces y fue simpatizante del Partido Comunista Británico. Además participó en varias campañas contra las armas nucleares, de hecho le fue prohibida su entrada a Sudáfrica debido a sus duras críticas al régimen, al igual que en Rhodesia.

jueves, 11 de junio de 2009

Diván

Me siento o  mejor dicho, me recuesto. Mis pies están inmóviles, minutos después se mueven como si les hubieran puesto pica pica. Miro la habitación; los libros, los sillones, la maceta, escucho las voces de afuera y también mis propias voces. Pero no hablo. 

Sigo enfrascada en mis pensamientos; que si no tengo trabajo; que si la renta ya toca; que si no sé hacia dónde moverme; que si preferiría vivir sola que con un ser intolerante; que si ya me quiero ir, que si ya me quiero ir ahorita; que ya si me quiero ir de esta ciudad; que si mi familia es muy misteriosa; que si hay algo oscuro en ella; que si tengo antojo de esquites; que si tengo sueño, que si le sigo temiendo a la mariposa negra, que si los laberintos jamás desaparecen.

Mis pensamientos se interrumpen 45 minutos después cuando mi analista me dice: "nos vemos la próxima semana".

lunes, 8 de junio de 2009

Lecciones


En una fiesta los convidados no ladran. Pero él me enseñó a hacerlo como los perros: hacia adentro, nunca guau guau o wow, como el de Slim. La sensación de ladrar desde adentro es rara, como quizá sentiría alguien cuando lo hieren y sale su voz entrecortada; es como un ahogo.
Esa noche mi objetivo lejos de ligarme a alguien fue ladrar, como una auténtica perra. 

viernes, 5 de junio de 2009

Preguntas sin respuesta

Y la pregunta del día de hoy, mientras saboreaba unas enchiladas verdes con queso panela, fue: ¿cómo te despides de tus muertos?

martes, 2 de junio de 2009

Dos perfectos desconocidos


Cambió de paisaje por un mes pero no imaginó que también cambiaría de historia. Dejaría de lado la vida en común, los compromisos, el trabajo de más de doce horas, lo predecible.

La casa compartida durante diez años se borró y se transformó en un hotel ubicado en una de las zonas más céntricas de esa ciudad; la que ahora le pertenecía.

En la noche los sentidos se vuelven más agudos, así que aprovechando su estado solitario interceptó a la mujer del bar con el pretexto de que bailaba bien. Y ella se río. Español y mexicana terminan en la cama de hotel de esa ciudad. Dos perfectos desconocidos se sacan sin pudor la ropa y se mezclan entre las gélidas sábanas de un king size. A la mañana siguiente la mujer se va temprano y él se queda pensando en los diez años que lleva liado con su mujer, absorbido en costumbres, rutinas de pareja, unida quizá por la hipoteca de la casa.

Al día siguiente volvió a su trabajo en aquella ciudad que ya le estaba perteneciendo. Sin embargo su vida se había sacudido desde aquella noche con la mujer desconocida, a la cual no dejó de ver. La mujer aceptó sus invitaciones, sus insinuaciones, sus besos, su vida del otro lado del mar. Se les veía contentos, pero también con cierta nostalgia, pues pronto la historia volvería a ser de lunes a domingo y de domingo a lunes, especialmente para él. Le gustaba la identidad que había cobrado en esta ciudad, se sentía como esos niños que atrapan bombas de jabón sin parar. Sin embargo en unas cuantas tomaría el avión rumbo a su verdadero paisaje, ese que desde hace diez años se mantiene igual.







Perros como dueños o dueños como perros












Eso de que las mascotas se parecen a su dueño es verdad. Mis vecinos, con los cuales no me interesa convivir por razones que después enumeraré, tienen mascotas, al menos dos de ellos.

El del piso de abajo tiene un perro negro que ladra ferozmente cada vez que estacionas el auto. A ese vecino a veces le da por mirar quién llega; al perro también, y como su dueño, no sonríe, porque es un hecho que los perros sonríen.  

La vecina del segundo piso, una mujer con cabellos pintados y lentes como de Erick Estrada en Patrulla Motorizada, tiene un pastor alemán cachorro.También tiene un hijo, de más o menos 30 años de dudosa salud mental. Ese cachorro es huidizo y no se atreve a entablar una relación. Quizá herede la locura de su dueña, una mujer amargada a leguas que disfruta escribir frases amenazantes en los vidrios de los autos con lápiz labial: No te estaciones en la entrada… así adorno mi vidrio.

Yo tengo un labrador; casi todos lo conocen de oídas. Que si el jetty se comió los aretes de un matrimonio de más de 30 años, que si se dio un festín de caca, que si ronca como señor y se adueña de las camas, que si está drogado con esos ojos llorosos, que si se comió un pastel de cumpleaños entero, que en realidad siempre ha querido montarse a todos los perros, que si tiene un ligero retraso mental. Hugo, o sea el jetty, es tonto, pero yo no. Es distraído como yo y también tiene excelente olfato, como yo. A veces no conviene oler lo que no se debe porque luego uno descubre lo que tal vez no convenía saber. Como yo, le gusta que lo mimen y viajar de prado en prado (aunque sea al camellón más cercano). Hugo sonríe, yo lo he visto y también se entristece, se le ve en el rostro, sus ojeras lo delatan y la cara se le vuelve pomulosa; a mí también, aunque él sigue comiendo, yo dejo de comer y a veces he pensado en no despertar. Mi perro aunque cada vez más sordo, sabe escuchar. Entendió que ya no iba a vivir con él ni lo iba a sacar a pasear todos los días (como antes), entendió cuando en ese momento le dije que estaba enamorada y tenía que volar. 

Los dos sabemos escuchar y callar cuando es necesario. Hugo y yo nos parecemos, hasta en el color. Nos gusta sonreír y mirar la luna cuando alumbra la tierra que habitamos.

 

 

 

Apología

Si fumas mota, si tienes affaires, si te gusta la fiesta y el vino, si cuando hace calor te dan ganas de una cerveza, si la gente que te rodea no parece realmente de su edad cronológica, si quieres despertar a las 12 de la mañana en un día en el que normalmente la gente trabaja, si no quieres lavar los trastes, si tu mente piensa la mitad del tiempo en sexo, si tus amigos no se han casado, si no tienen casa propia, si eres dispersa e irregular, si no has ahorrado lo suficiente como para despreocuparte de tu vejez , si no sabes hacer arroz, si te cuesta trabajo pensar qué harás en un futuro, si pierdes el control, si no te importa tener el mismo auto, si es un halago pasar por menos años aunque tengas treinta y tantos, si no te gusta que te traten como niña, si no envidias a quienes nacieron en los ochenta, si no te gusta hacer el papel de mamá porque hay alguien que lo lleva en las entrañas, si no tienes la vida comprada, si vives al día, si tus amigos usan drogas duras y no tan duras, si odias las bodas, los baby showers, bautizos y despedidas de soltera, si la edad te ha vuelto un cínico o un viejo lobo de mar, si no te gusta maquillarte, si no sabes andar en tacones, si le temes al mar, si tus sueños te agobian, si vas al psicoanálisis, si te emborrachaste e hiciste desfiguros, si no te hallas con los posers ni con los doble moral y menos con los doble cara, si te cuesta trabajo decir lo qúe te molesta, si tu cuarto está hecho un asco, si dejas pelos regados como alfombra, si estás flaca, si estás gorda, si caminas chueco, si extrañas al hombre con quien pensabas que ibas a estar siempre y no soportas que haya alguien más en su vida, si en lugar de comprar latas de atún compras botellas de vino de oferta, si a veces te portas como niña, si te gustaría tener una aventura con un escritor, un músico o un fotógrafo, si quieres vivir en otro lado y dedicarte al goce, si prefieres viajar a comprar una casa, si no tienes seguro de vida, si prefieres una hora de lectura que de quehacer, si no soportas toparte con un enfermo de cáncer en un hospital, si dudas de la gente que dice ser completamente feliz, de los hombres con bigote y de quienes se refugian en doctrinas que no siguen de raíz, si te angustias al encontrar arrugas en tu rostro, si usas botes de yogur como toppers, si te asumes como desapegada y sólo tienes libros, discos, plantas y dos ollas, si te dan miedo los juegos mecánicos, si te pones en el mismo papel que tu sobrino de cinco años, si no te importa recibir a tus amigos aunque la casa esté empolvada, si se te da más escribir que hablar, si escuchas música rara, si vomitaste en el baño de algún desconocido, si robabas libros cuando ibas en la universidad, si vas a besar varios sapos en el transcurso de tu vida hasta toparte con quien desees, si aún no has definido un proyecto de vida, si odias que alguien diez años menor que tú ose llamarte inmadura por el hecho de no cuadrar dentro de sus estándares, si te pones a escribir tu propia justificación por la cual te consideras una mujer, si no absolutamente madura, sí lo suficiente como para hacer su propia apología. 

martes, 19 de mayo de 2009

La tercera es la vencida


Primero fue myspace, luego wordpress y ahora voy por el tercer blog. Es que no me hallé con ninguno, además soy algo analfabeta del ciberespacio y evidentemente me cuesta más trabajo que a un chavito de 18 años.

Me separa varios mundos de distancia con los chavitos, me separa las clases de taquigrafía y de mecanografía que tomaba en la secundaria, los juegos callejeros en la cuadra sin temor de secuestros, los frutsis abiertos por abajo, los cazares con Miguelito de polvo y de agua, los chismógrafos y las cartas en papel, las caminatas en la calle sin cargar un ipod o un celular.  

No tengo nada que ver con esa generación y sin embargo desearía manejar esto del interneis como ellos, sin desesperarme y pensar que me parezco a mi mamá, quien se niega rotundamente a la tecnología. Aunque pensándolo bien, no soy como ella, creo que todavía hay una esperanza para mí.
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